Creación literaria

Bond, Thomas Bond

Me paré de correr cuando vi que no tenía más aliento. Ella me agarró de la manga de la chaqueta y me arrastró a lo que parecía que era una capilla. Inspiré fuertemente para recuperarme del esfuerzo realizado mientras que Jane cerraba las puertas para que no nos descubrieran.

-Eres un flojo. Te aseguro que tu antecesor seguiría buscando el código por aquellos pasillos romanos.
Juraría que lo dijo esperando que sus palabras me ofendieran y me alentaran para ir en busca de lo que necesitábamos. Pero no fue así. Me apoyé en el muro de la capilla que seguía el trazado de la cúpula.
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-Supéralo. No soy mi padre. Nunca lo seré. Deberíais de haber elegido a otra persona para hacer la misión.-le respondí.
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-Pero eres Bond, ¿no?
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-Bond, Thomas Bond.-hice una pausa- El “James” es para los que de verdad valen para el espionaje. Por algo no lo tengo, ¿no crees?
Ella puso los ojos en blanco, harta de que siempre le respondiera lo mismo.
Pero era la verdad. El verdadero Bond ya había muerto. Mi padre había muerto. Era un honor que yo hubiera heredado su puesto y su deseado número, el “007”, pero la verdad es que ni lo merecía ni estaba hecho para este mundo lleno de espías y enemigos que te quieren muerto a toda costa. Era demasiado torpe e inútil como para ir con artilugios escalando edificios o como para ser capaz de manejar un arma. En resumen, no servía para absolutamente nada relacionado con el espionaje, pero Jane, por alguna extraña razón que yo desconocía, me había elegido a  como compañero de equipo en esta misión tan importante. Quizás ella fuera la única persona viva en todo el planeta que todavía tenía alguna esperanza en mí, aquella esperanza que ni siquiera tenía yo mismo.
Por primera vez en los escasos 10 minutos que llevábamos en nuestro particular refugio, observé de verdad la estancia. Los escritos en la pared, la cúpula en el centro, la estatua
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-Es el Templete de San Pietro in Montorio. O también llamado Templete de Bramante, que fue su arquitecto hace más de 500 años.-Afirmó Jane al ver que estaba interesado en el lugar.
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-¿Y esas escrituras que están por toda la pared?
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-No son escrituras. Son como esculturas, arte clásico.Estamos en Roma, hay de eso en absolutamente todas las esquinas.
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-Pero, ¿qué significan?
-Nadie lo ha descubierto todavía.

Me llamó la atención que nadie supiera que estaba detrás de aquellos escritos o esculturas. Supongo que la gente simplemente ni se dio cuenta de que había algo extraño y misterioso allí.
Me acerqué a mirar la placa situada debajo de la estatua del Santo.
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-¿Tom? Venga ven ya que creo que ya se fueron y no nos estarán buscando.
Ignoré que me había hablado y seguí examinando la placa. Jane me llamó varias veces más, con el mismo resultado. Al fin, después de re-leer bastantes veces la plaquita con el nombre del santo y demás, conseguí ver en una esquinita, una frase tallada muy suavemente para que no fuera fácil de encontrar.
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-“Si no está en la tierra, estará en el cielo”-leí en voz alta.
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-Anda ya Tom, vámonos que eso no nos dice nada.-protestó ella.
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-Al revés, ¡nos lo dice todo! “Si no está en la tierra, estará en el cielo”… Si no está abajo… Eeeemm…-me paré a pensar- Jane, ¿hay otro piso en este templete?
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-Sí… ven por aquí…
Me llevó hacia las escaleras que conducían al segundo piso. Cuando estuvimos arriba vi numerosas metopas con inscripciones en los muros. No encontré nada a simple vista, así que me retiré un poco para verlas de lejos. Jane hizo lo mismo.
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-¿Lo estás mirando así porque tienen forma de 16 o porque…?-preguntó indecisa.
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-¿Qué? ¿Forma de 16?
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-Sí, mira, ponte en mi sitio.-me cambió de lugar a donde ella estaba.-Ahora fíjate en ese dibujo. El árbol parece un uno y luego esa persona encorvada y el arbusto de debajo hacen la forma del “6”…
Fijándome como ella me pedía, lo vi. Las inscripciones y los dibujos formaban el número “16”… Ahora sólo nos faltaba encontrar el resto de las pistas antes de comunicarnuestro hallazgo a la base en Londres.
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-Ven afuera.-me sugirió Jane.
Me agarró y bajamos corriendo las escaleras hasta salir de la capilla. Nos vimos rodeados por numerosas columnas perfectamente colocadas con un trazado circular que seguía a la cúpula del centro.
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-¿Ves las columnas?-preguntó Jane, yo asentí con la cabeza- Cuéntalas.
Comencé a hacer lo que ella me había ordenado.
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-¿Y bien?-preguntó ansiosa.
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-En total son… 16…
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-16 columnas. El mismo número que encontramos escondido antes. El número de los caracteres que forman el código que debemos encontrar para comunicarlo a Londres. Lo que significa que…
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Cada uno de los caracteres está escondido en una columna.
Cogí papel y un bolígrafo mientras que Jane fue examinando una por una cada columna,  y cuando encontraba una letra o signo lo iba apuntando.
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-¿Qué nos ha salido?-me preguntó al terminar.
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-Pues 14 letras, un espacio, un punto, que completan las palabras… “Estáis avisados.”
La cara de Jane se volvió blanca por un instante. Rápidamente sacó su teléfono móvil y escribió un mensaje a nuestra base en Londres mientras que yo le preguntaba qué ocurría.
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-Las palabras “Estáis avisados.” Adelantan un golpe de estado contra la monarquía según el código delespionaje artículo 14.Debemos de volver a Londres cuanto antes Bond, Reino Unido está en peligro.
Cristina Carazo 3º ESO

Historia del templete

Desde la ventanilla del avión había podido admirar Roma, pero nunca esperé que  la ciudad con sus ruinas, monumentos y calzadas fuera tan impresionante.

No entendía muy bien la razón por la que habíamos viajado desde tan lejos, ya que hacía varios años que no visitábamos a mis abuelos. Pero desde la muerte reciente del abuelo, mi padre había estado viajando constantemente a esta ciudad que a mí me parecía tan curiosa. Después de la muerte del abuelo, las peleas entre mis tíos y mis padres eran continuas, porque no encontraban un papel en el que según mamá, estaba la herencia del abuelo. Yo no entendía como un papel podía causar tanto follón en una familia en la que nunca había habido discusiones.

Según mi padre, todos estaban ansiosos por reclamar la parte que les tocaba en la herencia del abuelo, ya que este había sido un gran historiador e investigador con varios libros publicados. Yo entonces no entendía de que se trataba la discusión familiar y solo había ido a Roma para visitar a la abuela, que se sentía sola ya que ella era la única a la que no le importaba este papel del que todos hablaban.

Me acuerdo de una conversación que tuve una mañana con la abuela. Me dijo que tenía una tarea muy seria para mí y una pista que mi abuelo me había dejado. Desde pequeña, siempre había jugado a ser investigadora con mi abuelo, que me daba una serie de pistas y al final siempre había un premio. Esta vez el premio era algo mucho más serio, pero para mí, no más valioso que esos momentos de risas con mi abuelo.

Recuerdo que me entregó un sobre cerrado con mi nombre. Cuando lo abrí, me sorprendió ver una llave muy peculiar, que tenía una forma un poco extraña. Dentro del sobre también había un papel que decía:

“Sigue los últimos pasos de San Pedro

   Lo encontrarás bajo sus pies”

   BRAMANTE.

La primera vez que lo leí no me parecía tener mucho sentido. Viendo que estaba concentrada, mi abuela me dijo que tenía todo el día hasta que llegaran mis padres para resolver el misterio, y me dejó a solas. Me senté en el antiguo sillón que siempre compartía con mi abuelo para descifrar sus pistas. Al principio no tenía ni idea de que intentaba transmitirme el mensaje, pero poco a poco, fui uniendo los puntos.

Mi abuelo era historiador, apasionado por el arte especialmente por las obras del renacimiento. Siempre que hacía uno de sus juegos de investigación, firmaba con el nombre del artista o arquitecto del lugar en el que estaba escondido el “tesoro”. Esta vez, había firmado bajo el nombre de Bramante. Esto y la mención de San Pedro me llevaron a la conclusión de que mi premio estaría escondido en el interior del Templete de Bramante. Aún no sabía que quería decir mi abuelo con la referencia a los pies de San Pedro, porque no me acordaba de las veces que había estado en el lugar, que hubiera alguna estatua del apóstol.
Lo que sí  tenía claro, era que ese día pasaría la tarde en el Templete de Bramante. Y así lo hice, acompañada por mi abuela, decidimos visitar la Academia Española. Gracias a la fama de mi abuelo, me dejaron pasar sola al Templete, con un guardia vigilando desde el exterior.
Pasé más de media hora en la parte superior del Templete, observando cada uno de los detalles de las paredes, el altar, las puertas, las cuatro estatuas de los apóstoles, los mosaicos del suelo…Le presté atención sobre todo al altar, siguiendo con los dedos el delicado grabado del escudo de los Reyes Católicos en la piedra. Busqué cualquier cosa que me pudiera ayudar para resolver la pista que mi abuelo había dejado. Durante esa media hora, los recuerdos de todos esos momentos felices y todas esas investigaciones de pequeña que eran como secretos entre mi abuelo y yo llenaron mi mente, distrayéndome de lo que en realidad debería estar investigando.
Decidí salir para tomar un poco el fresco, ya que veía que esto no llevaba a ninguna parte y empezaba a desesperarme porque la paciencia no era una de mis virtudes. Entonces fue cuando me acordé de un día lluvioso en el que mi abuelo me llevo al Templete. Pero no visitamos la parte superior y principal en la que había estado hace unos instantes, sino  la cripta, donde supuestamente San Pedro había sido crucificado.
Intentando que el guardia que debía estar vigilándome, pero que estaba distraído con un bocadillo, no me viera, bajé las escaleras que dirigían a la planta inferior del Templete. Con suerte, la puerta estaba abierta y pude entrar rápidamente.
Olía a humedad y hacía un poco de frío ahí abajo. Esto y el hecho de que nunca había estado en ese lugar sola hicieron que me entraran escalofríos. Di varias vueltas a la habitación fijándome en cada una de las inscripciones y dibujos tallados en las paredes. En el techo había restos de oro que cubría algunas de las escenas del recorrido de San Pedro. Me acordé de nuevo de la tarde que pasé con mi abuelo porque el me había explicado cada una de las viñetas representadas en el techo. Aunque no era especialmente religioso, le encantaba contarme historias.
De repente, me acordé de lo que decía el mensaje: “Sigue los últimos pasos de San Pedro” y de nuevo, recorrí la habitación, pero esta vez, siguiendo las viñetas, en orden, con la mirada. Cada viñeta conducía a otra y en ocasiones era difícil averiguar cuál sería la siguiente. Finalmente llegué al centro de la cripta, justo bajo la representación del crucifijo de San Pedro. Ahora quedaba la segunda parte del mensaje: “Bajo los pies de San Pedro”. ¿A qué se podía referir el abuelo con esto?
Estuve bastante tiempo pensando e inspeccionando el altar, pero sabía que el abuelo no escondería nada allí ya que no pertenecía realmente a la cripta, sino que había sido añadido posteriormente al igual que el oro del techo.
Entonces, seguí con la mirada en línea recta la dirección a la que apuntaban los pies de San Pedro. Cuando mi línea imaginaria llegó a la pared, la seguí con el dedo índice, buscando algo que me pudiera ayudar a descifrar el mensaje. Y justo cuando me iba a dar por vencida, noté que una de las piedras tenía una textura y un color diferente, daba la sensación de que había sido puesta ahí recientemente.
En la piedra que parecía estar hecha de un material blando como la arcilla, había un signo grabado, hundido ligeramente en la piedra. Me sonaba mucho este símbolo y de pronto , me di cuenta de que era igual que la llave que aún guardaba en mi bolsillo.
Noté como mi corazón se aceleraba de la emoción. Puse la llave para que encajara con el signo y con miedo a que se rompiera la empuje. Por un instante no pasó nada, pero pronto se oyó un mecanismo desde dentro de la piedra y la baldosa de arcilla salió como si fuera un cajón. En el interior había una cavidad, donde se encontraba otra caja. Había un papelito atado con un lazo a la caja, que decía:
“Sabía que lo conseguirías, mi pequeña exploradora
 Llévale esto a tu abuela y recuerda que con un poco de
Imaginación  y manteniendo los ojos abiertos, siempre
Encontrarás lo que buscas”
Ignorando la pequeña lágrima que descendía por mi mejilla, me despedí del Templete de Bramante y con la caja y la llave apretadas contra mi abrigo, me dirigí hacia mi abuela que me estaba esperando.
Las peleas en la familia se sustituyeron por confusión cuando abrimos la caja. En el interior estaba el papel del que todos habían estado hablando con todas las posesiones del abuelo. La mayor parte de ellas pertenecían a la abuela, como era normal. Pero para sorpresa de todos, el resto de sus posesiones estaban bajo el nombre de la persona que no esperaba tener nada de su abuelo a parte de unos entrañables recuerdos. Esa persona era yo.
 Todos se quedaron petrificados, ni siquiera seguros si eso era legalmente correcto, ya que yo entonces era una menor, pero de lo que yo estaba segura, era que nada podría cambiar todos esos momentos que pasé con una de las personas a las que admiraría y he admirado desde siempre.


                                                                                                                                                    Alejandra Ramírez

Una muerte inesperada

Dicen que la vida está compuesta por días, en los que lloras, ríes, estás feliz, triste, sueñas. Es decir, tienes sentimientos, sensaciones y momentos por los cuales, esa vida tiene sentido, alegría, fuerza…

  En algunos de esos momentos, tu vida puede sufrir cambios, porque un familiar o amigo te deje, porque tengas que cambiar tu ciudad, o simplemente por disfrutar de unas merecidas vacaciones, que hagan que esta cambie por un periodo de tiempo más, o menos largo. Un día una familia, quiso irse de vacaciones, ya que habían tenido un año muy difícil en el ámbito laboral, muchos problemas económicos, fracasos, e incluso problemas con compañeros.

Decidieron que el lugar más interesante sería Roma, después de pensar en Londres, Nueva York, París o incuso, en Australia. La decidieron por sus impresionantes monumentos, sus impactantes fuentes, sus bonitas y cuidadas calles, pero sobre todo por su historia, por su bellísima historia antigua, la de los griegos, romanos, las leyendas y mitos, los cuales dan una visión diferente y, misteriosa a la ciudad. El día llegó, cogieron un vuelo a Roma, que duró aproximadamente 3 horas y… llegaron, a la ciudad del amor, de la vida, de la fantasía, de la antigüedad, a una ciudad de ensueño.

Los primeros días, vieron El Coliseo, muchas plazas, algunas iglesias, y fuentes, hasta que un día, vieron un monumento que les llamó muchísimo la atención, era diferente, no era tan grande como los demás, pero tenía algo especial en él, no había tanta gente, pero era mejor que los anteriores, era perfecto, único, inigualable, era El Templete, una antigua capilla que muy pocas personas se atrevían a visitar, ya que decían que en ella, ocurrían cosas extrañas, a la familia esto le impactó, y se pusieron a investigar, descubrieron que alguien, un tiempo atrás, había muerto intentando averiguar la verdad,  salieron corriendo, entonces, una mano les agarró. No podían respirar. Se vieron amordazados, atados, chorros de sangre resbalaban por su cuerpo, pero ellos no sentían ninguna herida o corte, creían que la sangre era de esa otra familia, pero se equivocaban, era más pegajosa y líquida. Era sangre que había permanecido ahí millones de años, en unos recipientes que deseaban ser rotos, y entonces recibieron un tiro, la bala les atravesó lentamente el pecho y les dijeron que no se merecían una muerte mejor.
Marta Atienza

Lugar de la muerte de san Pedro,
del que quiso huir para no morir.
Se tuvo que despedir para partir.
Sus pies se quedaron junto al cedro.

Luego, allí vivió un ermitaño,
al que Isabel fue a pedir un favor.
El religioso rezó con tal fervor.
que al año siguiente nació un varón.

Isabel contenta lo agradeció,
con la fantástica obra de Bramante.
Años después, el niño murió.
Marina Torazno y Lucía Pregigueiro

Rondando el siglo XV...

Rondando el siglo XV, al comienzo de la época renacentista, todos los pintores, escultores, arquitectos, artistas estaban intentando volver a la cultura clásica,  volver a renacer.
Esta historia trata de un artista llamado Bramante, que como muchos sabréis fue uno de los que planteo la idea de construir la basílica de San Pedro y también es conocido por construir el Templete de Bramante; que es el tema principal de la historia.
La historia comienza en Roma, cuando le ofrecen un trabajo a Bramante para que haga un templete en culto a los apóstoles de Jesús.
Bramante sin dudarlo un solo momento, acepta el trabajo y días después se pone manos a la obra.
Todo iba bastante bien, el templete iba a estar construido para el día que estaba previsto, hasta que los obreros empezaron a quejarse de la existencia de unas catacumbas debajo del templete y le preguntaron a Bramante si debían seguir el templete o dejarlo, porque eran muy supersticiosos y pensaron que algo malo podría pasar. Bramante dijo que prosiguieran con la obra y no se preocuparan de las catacumbas.
Cuando
la terminaron. Bramante fue a comprobar cómo había quedado el proyecto que tanto ansiaba ver terminado, descubrió un agujero que no estaba tapado y que llevaba a las catacumbas. La curiosidad le llevo a bajar a las catacumbas e investigar. 
Cuando llegó abajo, empezó a escuchar una especie de gruñidos que venían de todas las direcciones y, a lo lejos, vio un cuerpo acercándose rápidamente, Bramante salió corriendo en dirección a la salida y por una milésima de segundo logró escapar, si hubiera tardado más tiempo en reaccionar, quizás nadie sabría nada de esta historia.  
Alejandro Daga 

Paseando por Roma

Recuerdo perfectamente el año que conocí al amor de mi vida. Todos me decían que estaba loca que cómo me había podido enamorar en seis días de alguien y yo segura les respondía:
-Estaré loca, pero las mejores personas lo están.
Ese año fue inolvidable. Ocurrió en febrero, en esa época yo vivía en Londres con mi hermana. El colegio organizó un intercambio Roma-Londres. Al principio me resultaba indiferente, pero más tarde empecé a  interesarme por esa ciudad tan bonita, y me empecé a ilusionar. Ver esculturas y pinturas de personas tan grandes como Miguel Ángel me resultó fascinante.
Mis amigas y yo estábamos nerviosas por saber quién nos había tocado; a mí me tocó una chica llamada Alicia.                                                                                                                 Al llegar a Roma, lo primero que hice fue mirar al cielo y ver ese sol tan brillante que se asomaba a través de las nubes. Cuando el autocar aparcó en frente del ¨Gianícolo¨ me fijé en la gente que gritaba:
-¡ Ciao, Londres!Mis compañeros y yo nos quedamos asombrados. Bajé acalorada, cogí mi maleta y empecé a saludar a todas las personas que había ahí.                                                   Encontré a Alicia, la saludé y me pareció agradable. Ella muy amable me cogió la maleta y me la llevó hasta su casa, pero me sentía mal y siempre le preguntaba:
 -¿Quieres que la lleve yo?
 -No tranquila, no te preocupes.
Por fin llegamos a su casa, y allí conocí a su familia. Esa misma tarde fuimos al sitio más bonito, en mi opinión, ¨La isla española¨. Allí se encontraba el Templete de Bramante, que fue allí donde me enamoré de Roma y de mi marido. ¿Por qué? No lo sé. Las vistas eran impresionantes desde el balcón de la academia. En el Templete se respiraba paz y tranquilidad que se sentía por los cinco sentidos. Desde ese día hasta la última noche fui todas y cada una de las tardes a ver el Templete de Bramante. La tercera noche fue para mí la más especial. Estaba ya atardeciendo y yo miraba con admiración al Templete y todos sus enigmas. En una de esas tardes vi en la puerta a un chico de mi edad; alto, castaño, ojos verdes; vamos el prototipo de chico que cualquier chica buscaba encontrarse en Roma.
Yo me acerqué y le dije:
Hola, ¿eres de aquí?
 -Sí, soy de aquí, pero estudio en el Cervantes.
 -Ah sí, yo estoy haciendo con tu colegio un intercambio.
 -Ya, ayer te vi. Es una experiencia inolvidable.
 -Ya imagino.
 -¿Qué haces aquí?
 -Nada, el primer día una amiga me trajo aquí y desde ese día vengo siempre.
No sé cómo ni por qué, pero nos hicimos muy amigos. Todos los días nos veíamos, y las despedidas eran extrañas. Yo me quedaba pensando en la situación. Hasta el quinto día que me hizo un tour por toda la academia, me llevó a la sala de reuniones y a ver una exposición preciosa. Esa tarde nos quedamos en la cripta unas horas hablando, pero lo más extraño era que todavía no sabíamos nuestros nombres:
 -¿Cómo te llamas?
 -Sofía, me llamo Leo.
 -¿Y cómo te sabes mi nombre?
 -Cuando alguien me interesa… Se lo pregunté a Ali.
Pero nada más girarme para volver a mirarme, él me robó un beso. No sabía qué hacer ni decir, pero entonces me levanté y le dije adiós.                                                                  Ya no podía aguantar las ganas de contárselo a alguien, y en cuanto llegué a casa se lo conté a Ali. Yo estaba ansiosa por lo que pudiese suceder al día siguiente.
A la mañana siguiente, como cada día fui allí a esperarle para que me siguiera contando los secretos de aquel lugar. Leo llegó quince minutos tarde. Este día me contó lo que sucedió con San Pedro, que por lealtad a su maestro Jesús mandó que le crucificaran boca abajo.                                                                                                                                   
Le noté distante y le pregunté el motivo y me respondió:
-No, no pasa nada, no te preocupes.
-Si te digo la verdad me encantó lo que pasó ayer.
De repente le salió una sonrisa. Nos miramos y nos empezamos a reír. Esta vez fui yo la que se lanzó, y él me siguió besando, hasta que Ali me llamó al móvil. Lo cogí y sin ninguna explicación me marché, pero sin querer me olvidé el pañuelo que llevaba.                            Ya en casa, me di cuenta del pañuelo. Nos fuimos a la cama tarde, debido a que nos pusimos a hablar perdiendo la noción del tiempo. Al día siguiente por la mañana le vi con una mochila y mis deportivas favoritas, y atado a una de las asas, vi mi pañuelo. Vino hacia mí y me dijo al oído:
-No te preocupes esta tarde te lo devolveré.
Y al despedirse me dio un beso en el cuello.
Estuvimos toda la mañana de excursión por Roma. Por la tarde, fui al Templete pero él no estaba. Vi un camino de chapas que llegaba a la parte superior del Templete de Bramante. Pero él no estaba ahí, solo me encontré su mochila sin mi pañuelo y una nota que decía:
¨Amor, hoy no puedo quedar contigo.
Lo siento mucho, te dejo mis deportivas que
sé que te encantan para que te acuerdes de mí.
Yo me quedo tu pañuelo para acordarme
de ti todas las noches ¨
                                                                  Guarda indietro                                                                                                      Leo
Mientras leía la nota miré hacia atrás, le vi allí con mi pañuelo. Fui corriendo hacia él y nos dimos un beso apasionado y entre lágrimas y risas me dijo:
-Vuelve a Roma con mis zapatillas y yo te estaré esperando con tu pañuelo y un anillo para pedirte matrimonio.
Yo con una sonrisa en la cara empecé a llorar, y le prometí que volvería. Él también me lo prometió. Fui a casa y le a Alicia lo ocurrido.
Al día siguiente, que y anos íbamos, me despedí de todos pero faltaba él. De repente sonó mi canción favorita y yo al oírla me acordé de él. Subí al autocar, le vi y me dijo:
-No te olvides de mí.
-Nunca lo haré, siempre estarás en mi corazón.
-Ciao bella, ti amo.
Al final los dos cumplimos el trato y ahora llevamos veinte años casados, y todos los años vamos al Templete de Bramante a celebrar nuestro aniversario.




¡Amor a primera vista!

(Diario personal)

28/05/2012
Aquí estoy, de vacaciones en Roma con mi familia, ¡por fin! , llevan años prometiéndome que vendríamos, así que, hicieron este viaje de regalo de cumpleaños para mí, seguro que me lo paso genial.
Como solo tenemos dos días y el viaje está echo para mi, yo elijo donde  vamos y vamos a ir al templete de Bramante, ya que me encantaría visitarlo.
29/05/2012
 Hoy estuve en el templete de Bramante, es precioso ¡ cuántas ganas tenia de visitarlo! aparte de ver el templete, me cruce con un chico, era el guía del templete, allí estaba él, tan perfecto, con esos ojos azules y ese pelo rubio, no podría haber una persona más ideal para mí  lo bueno es que nos quedamos mirándonos fijamente durante unos minutos como si estuviéramos destinados el uno para el otro y, entonces, él quiso acercarse a mí y empezar una conversación conmigo, nos dimos los teléfonos y quedamos para ir a tomar un café a la mañana siguiente.
30/05/2012
Hoy ha sido un día impresionante; sí, he estado con él, Niall Horan, en una cafetería y no conocimos más a fondo, definitivamente él tiene que ser el hombre de mi vida, es perfecto para mí y, por lo que noté, creo que yo también lo soy para él. Es muy amable, ya que se ofreció a ser mi guía privado, pero lo malo es que yo tengo que volver a Londres mañana. Lo que más me impresionó es que quiso venir con migo a Londres para  conocernos más y, si coincidimos en todo, tener una relación y yo acepté, ya que ahora no tengo duda en que existe el amor a primera vista.
28/05/2013
Nuestra relación funcionó y nos casaremos mañana, 29 de mayo justo el día que nos conocimos .
                                                                                                                      Yasmine Grizel Benelallam  

Gritos perdidos en la noche
Christian decidió entrar por la pequeña puerta enrejada del Templete de Bramante. Estaba decidido, sus amigos, Carlos y Lucas, pensaban que no se atrevía.

-No tienes los pantalones Christian!- le gritaban los dos, burlándose de él.


Como dice la leyenda, allí fue crucificado San Pedro, por ahí se dice que su fantasma ronda el Templete y que todo aquel que entra, nunca sale. Por supuesto que también se dice que esto ocurre únicamente por la noche. Así fue como los chicos decidieron hacer una apuesta y mandar a Christian entrar.


En el interior Christian vio la famosa cripta con el hueco donde dicen que estuvo clavada la cruz de San Pedro.

-Esto es precioso.-se dijo a sí mismo.

Christian, atónito, se quedó mirando a los maravillosos dibujos que había en el techo y en las parede cuando, de repente, sintió un aire fresco en la nuca.
Asustado, giró bruscamente y miró a su alrededor, pero no vio nada.
 Intentó calmarse, recorrió toda la pared, pasando su mano por ella, y sientiendo el frío de esta, embobado por aquellos dibujos.

La puerta se cerró de golpe y Christian asustado comenzó a gritar, intentando abrir la puerta mientras pedía ayuda a sus compañeros. Estos, sobresaltados por los gritos, escaparon del aquel lugar, abandonandolo.


Los gritos de Christian se perdieron en la noche, la puerta enrejada jamás volvió a abrir, al igual que jamás se supo de aquel joven, que había quedado encerrado en el Templete de Bramante. 
Sylvia Maneiro

 El Templete del terror

 El Templete de Bramante fue reconstruido hace cinco siglos sobre la basílica constantiniana del siglo IV y, con él, la vida de sus visitantes. Dado su motivo de construcción, allí albergan secretos que no logran ser contados, ya que si entras no podrás escapar. El lugar donde fue reconstruido, cuentan que fue donde San Pedro murió martirizado y enterrado. Pero cometieron un grave error al molestarlo en su tumba. Desde que lo construyeron, San Pedro vaga por el Templete para que, quien entre, no logre huir y su venganza se vaya pagando poco a poco. Aunque cuentan que alguien del siglo XVII logró escapar.

 Se han encontrado pergaminos que relatan numerosas hazañas realizadas por un hombre de aquella época en las cuales se describe a un hombre que no destacaba por un gran físico, pero sí por su valentía. También se le recuerda como alguien discreto y al que no le gustaba alardear de su heroicidad. Fueron sus conocimientos los que cuentan que le ayudaron a escapar de allí. Pero realmente la clave fue un pacto que hizo con San Pedro. Le hizo prometer que le ayudaría a extender su venganza más allá de los muros del Templete y hacer justicia allá donde fuera en su nombre.

 En una ocasión, este personaje cayó herido en combate y nadie creía que se recuperaría pero algo ocurrió esa misma noche que hizo que a la mañana siguiente, saliera andando por sus propios pies. Dicen que tuvo que ser San Pedro que desde su morada en el Templete, le hizo que se recuperara de sus graves heridas. Este hombre,  de origen griego, consiguió vivir más de cien años y todavía alguno de sus descendientes parece que toma el relevo de lo que hizo en nombre de San Pedro.
 Irene Jiménez

Templete 2.080 
Rondaba el año 2080, tras la destrucción de media Europa Occidental por el holocausto nuclear, el Vaticano, que quedó intacto gracias a su influencia, se apodero de las escasas ciudades que quedaban en pie, en vista de que ellos carecían de recursos con los que defenderse o con los que gobernar.
Así impuso su soberanía y originó una guerra, debido al abuso de poder en la Santa Sede, lo que dio lugar grupos radicales que atentaban contra la injusticia.
Uno de estos grupos entró por las fronteras romanas, instalándose en la Real Academia Española. Allí encontraron lo que nunca nadie había visto, bajo la cripta del templete de bramante había una red de pasadizos que no solo también conectaban con las catacumbas, sino también con el alcantarillado, los monumentos y edificios históricos de roma, incluyendo el Vaticano, al cual se accedía después de llegar al Castillo de San Angelo, al seguir la pequeña muralla que conectaba ambos castillos, por debajo.
Todos los miembros del grupo de radicales estaban nerviosos, solo el hecho de que el Papa se hubiera molestado en pensar sobre ellos como una amenaza les heló la sangre. Había sido una noche dura. Había pocos caídos, pero los suficientes como para conseguir que reinara el caos en la Real Academia, tras el pequeño tiroteo.
 Los más inquietos dormían o bebían, y el resto jugaba con sus compañeros. En breves momentos algunos estarían debajo de roma para colocar los detonadores, no en la habitación del Papa, sino en el sitio que más le dolía, en la cúpula de la Basílica de San Pedro.
Conocían bien la seguridad, lo habían visitado un millón de veces, pero lo que también  conocían de sobra era la destreza que albergaban aquellos cientos  de miles que les esperaran.
Empezaron a repartir comida, alcohol y armas, primero a los jefes de cada pelotón embarcado, que eran 3, por si había algún imprevisto, y después al resto que lo componía, 7 hombres, no de los mejores cualificados, sino con unos que sabían como disparar.
Empezaron a caminar con sigilo, solo se oía la respiración de aquellos hombres y el chapoteo de agua que corría en un flujo continuo. Pasaron 20 minutos hasta que consiguieron llegar al salvoconducto del Vaticano, pero 5 minutos después ya estaban dentro.
Se dio la orden de no llevar luz alguna  -a pesar de los suspiros de inquietud de la mitad de los soldados-, pero al final aceptaron. Abrieron la puerta, y para su sorpresa cientos de hombres con metralletas se encaraban ante ellos.
Empezó un tiroteo, granadas y balas recorrían la sala como un día de tráfico, mientras que con los cadáveres se formaban trincheras. Había caído ya la mitad de ambos pelotones, pero el grupo radical no disponía de efectivos de refuerzo, al contrario que el enemigo que no dejaba de enviar más y más.
Retrocedieron, impotentes a tal atrocidad, sin esperanza. Solo tenían una solución aunque efectiva, no fácil. El jefe dio la orden del plan de huida. Con esfuerzo logro levantar la voz, pero se le notaba el temblor. Ordeno el lanzamiento, y en ese momento, al unísono, decenas de aturdidores volaron en la otra dirección.
Empezaron a correr trabajosamente por el pasadizo, dejándolo al descubierto. En 30 minutos llegaron aunque exhaustos. Curaron sus heridas y contaron lo sucedido horrorizados.
El día siguiente se despertó claro, pero sabían que no duraría mucho su satisfacción de un día nuevo. Tocaron la puerta de la Real Academia, dejando en su puerta un pequeño sobre que contenía una carta. La abrieron, viendo para su sorpresa, una carta ni mucho menos amenazadora, sino una de felicitación -con un evidente tono sarcástico-, en el que agradecían el haber dejado al descubierto su mayor ventaja.
Aquel día solo se entrenaron para lo que acontecía, el Vaticano preparaba un plan para matarles, pero ellos se suicidarían antes, destruyendo a todos los efectivos y cabecillas que se acercaran al templete, donde guardarían suficiente carga explosiva como para derrumbar desde su posición hasta el Vaticano sin dañar ningún civil.
Empezaron a mover las tropas, estudiaban el perímetro a la vez que lo aseguraban con dispositivos de  localización, con los que trazaban un mapa. Se dio la orden esa misma mañana de que se empezara a evacuar la Santa Sede para empezar a formar campamentos en el laberinto subterráneo de pasadizos, esa misma noche atacarían.
El Papa empezó a moverse hasta la puerta de la cripta donde espero a los soldados, sabía perfectamente que al otro lado habría millares de hombres dispuestos a dar la vida. Forzaron la puerta, y al abrir descubrieron una pequeña nota que decía simplemente de nada, y tras esto todos los túneles entraron en llamas destrozando el subsuelo y el suelo, hasta llegar a la plaza de San Pedro, donde originó un enorme agujero que se tragó todo el estado vaticano, dejando el destino  del pueblo a merced del pueblo. 
Samuel de la Mata



 


 

 









 
 

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