Microanecdotario

Los alumnos de Roma y Londres

Stefan Milosevic: 
 
Hoy visitamos muchos monumentos, entre ellos vimos el Panteón, la Fontana di Trevi y la Plaza di Spagna. En el mediodía comimos en la Plaza Navona. Al terminar, nos queríamos sentar en un banco, pero todos estaban ocupados. Intentamos sentarnos alrededor de dos personas para que se marcharan. Como parecía que no funcionaba, empezamos a poner música. Luego ellos empezaron a fumar y toser y, nosotros nos largamos.

El Domingo visitamos el Castel Sant'Angelo. Nos dijeron los compañeros el día anterior que la entrada era gratuita para menores de 18 años. Lo que no nos dijeron a Álvaro y a mí es que había que llevar pasaporte para demostrar que somos menores de edad. Como no lo llevábamos, tuvimos que pagar la entrada. Sin embargo, mereció la pena.

El Lunes vimos el Museo Vaticano y la Plaza y Basílica de San Pietro. En el museo vimos cuadros de Rafael y la Capilla Sixtina. Luego, todos subimos a la cúpula de la basílica. Cuando subíamos, había una sección de escalones en la que las paredes estaban inclinadas. Era difícil de no pensar que en la parte en curvada había unos 100 metros de caída tras la fina pared.

Vanesa Porras:
 
Estábamos en el centro comercial y Stefi había comprado una bufanda. Al salir de la tienda me la enseñó y yo me di cuenta de que estaba manchada. Entonces fue ahí cuando entró Sylvia a la tienda y decidió hablar su italiano ¨perfeccionado¨, de dos días, y cambiar la bufanda. Nos pusimos en la fila, Stefi y yo nos reíamos porque sabíamos lo que iba a pasar. Llegó nuestro turno, se acercó Sylvia y le dijo a la señorita:
¨Hola, he comprado esto y la bufandini está manchadini. Quiero cambiarli¨
La dependienta se echó a reír, pero entendió y las dos señoras que estaban detrás de nosotras en la fila estaban rojas de reírse, como Stefi y yo. ¡Menudo día!

Acabábamos de quedar en el parque algunas de las chicas y ya era hora de volver a casa. Olga, la chica que me acogía, no sabía cómo volver a casa, pues no se ubicaba muy bien por Roma. Después de preguntarle a ocho personas qué autobús coger, decidió llamar a un taxi que nos dijo que la calle en la que estábamos no existía. Seguimos caminando hasta que yo me di cuenta del autobús que nos servía. Esperamos diez minutos y Olga no aguantaba más. Al final, después de correr, preguntar, subir y bajar cogimos un taxi y llegamos justo a tiempo. ¡Vaya suerte!
 

Paula Cordón:

Una de mis anécdotas en este intercambio pasó el domingo 3 de febrero.
Estaba con Susanna, mi romana, y con Lorenzo, Lolo para los amigos, un amigo suyo. Nos dirigíamos hacia el puente Milvio, el famoso puente de los candados. No sabíamos muy bien cómo llegar ya que en Roma hay miles de puentes a través del rio, así que empezamos a andar. Como ya era tarde y teníamos poco tiempo, ellos me propusieron ir corriendo hasta allí, y yo pensando que sería una broma les dije que sí. En cuanto vi que iban en serio me empecé a reír y, seguidamente, empecé a correr tras ellos. Llevábamos como 15 minutos corriendo y ya habíamos recorrido bastante, pero viendo que íbamos a tardar, cogimos un taxi.

Cuando llegamos al puente me quedé fascinada ya que no había candados, solo los había en las farolas. Nosotros, después de tanto esfuerzo para llegar, no nos queríamos ir de allí sin antes haber colocado nuestro candado. Nos recorrimos media calle en busca de alguien que nos vendiera uno, pero nadie tenía.

Así que decidimos construir uno. Cogimos un corcho, un palo y una cuerda que había por allí, nos apañamos para construirlo y lo colocamos al lado de otros candados. Cuando nos íbamos a ir, pasó un hombre que vendía candados y le compramos uno. Al final fue una tarde divertida, porque conseguimos colocar un candado real y seguir la tradición. 

Ainara Vasquez:


El día 31 de enero, cuando llegamos a Roma fuimos a dar una vuelta con los alumnos del intercambio por el centro de Roma. Cuando llegamos a la plaza en la que habíamos quedado la situación era un poco incomoda ya que aún no nos conocíamos. Las chicas nos esforzamos más en hablar entre nosotras, sin embargo los chicos estaban separados entre los italianos y los nuestros. Al final, entre todos conseguimos integrarnos y disfrutar de los sitios de Roma al que nos llevaron. A pesar de que fuera una tarde larga y cansina ya que estábamos cansados del viaje, conseguimos pasárnoslo genial y conocer mejor a los italianos.
El día que fuimos a visitar los Museos Vaticanos los profesores nos dejaron una hora libre en la que la mayoría decidimos subir a la Cúpula de San Pietro a pie. Subimos seiscientas escaleras y muchos de los pasillos eran tan estrechos que apenas cabíamos. Finalmente, llegamos a la cima donde me quede boquiabierta con las vistas que se veían. Ahí nos sacamos un par de fotos y encontramos un sitio donde sentarnos un rato a disfrutar de las vistas. El sitio era perfecto ya que aprovechamos el sol y veíamos a la reacción de los turistas al pasar. Fue realmente magnífico. 

Paula Carracedo: 



Aquel lunes utilicé mi conjunto Nuevo que me compre el domingo en aquel centro comercial. Camisa Blanca y pantalones negros bien apretados. Me imaginé que sería un día largo. Ese día fuimos a un museo y luego al vaticano que yo recuerde. 
Paco nos dio una charla sobre el vaticano un tanto larga, pero luego nos dijo que podríamos subir hasta la cúpula a pié o coger un ascensor para subir las primeras 300 escaleras. 
Yo definitivamente quería subir todas las escaleras, de una a una. Iba acompañada de Xavi, y unos cuantos delante y otros cuantos detrás. Subir se estaba haciendo muy cansino. Llegamos a un punto que las escaleras se iban hacienda cada vez más estrechas, cada vez más y más. Hasta que llegamos arriba, fue increíble pero sinceramente me imaginaba que tendría más altura. 
El problema fue al bajar, me daba mucho miedo resbalarme y caer, además que había una zona que las escaleras y el pasillo estaba torcido. Tenía los ojos puestos en cada una de aquellas escaleras, me estaba empezando a marear, y me resbalé pero fui rápida y me agarré a la pared, había sido un susto. Mientras tanto, Xavi y Juanma se dedicaban a ponerme miedo como de costumbre, y Paula Cordón me tranquilizaba aunque también se reía un poco. 
Fue un momento gracioso, pero al mismo tiempo un poco agobiante.

  

Abdel Aaniba:

Cuando estábamos en casa Alejandro y yo, estábamos hablando de una chica de la que me daba mucha vergüenza hablar; entonces, de repente, entra la madre del alumno de Roma y nos dice que mañana, cuando vayamos a la escuela, nos va a llevar el padre de la chica de la que estábamos hablando y todos se empezaron a reír.

Mi tercera anécdota en este viaje a Roma fue cuando Paco, nuestro tutor de matemáticas, estaba informándonos sobre una escultura muy famosa que se llama la "Pieta". Entonces va una chica y le pregunta algo a Paco, que dice que ‘no’ sabe quién es el de la escultura (en tono sarcástico), y yo, como no me entere muy bien, le pregunto que si fue él el de la escultura, y él se empezó a reír sabiendo que me había confundido.

Marina Torazno
 
A la hora de comer, nuestros compañeras se fueron a comer a una hamburguesería pero a Alejandra, Yaiza, Estela y a mi nos apetecía pizza, así que fuimos a una pizzería. Al llegar nos dijeron que era muy tarde y que no podíamos comer en el restaurante, y tuvimos que llevárnosla. Al final tuvimos que comer debajo de un arco, porque llovía muchísimo y hacía mucho frío. Aunque fue incómodo comer en esas circunstancias, ahora lo recuerdo como algo gracioso.

Lynda Peña
En el segundo día de nuestra estancia en Roma estuvimos en la “Piazza Navona”, en la cual nos explicaron la fuente que hay en ella. Cuando el guía terminó  la explicación, nos dieron una hora para poder pasear por la zona y comer algo. Aprovechando que hacía calor, Stefi y yo fuimos a una heladería y tardamos como diez minutos en elegir el sabor ,hasta que finalmente ella escogió un helado de chocolate y yo uno de fruta de la pasión. Cuando la que vendía los helados me dio el cambio, me agaché con el helado en mano porque se le habían caído unas monedas y, sin darme cuenta, la bola de helado se cayó. La mujer me miró mientras yo sacaba dinero para pagarle otro helado, pero me dio otro gratis.Agradecida, Stefi y yo salimos de la tienda a pasear.

Joey Fontán: 
Hoy fuimos al coliseo, donde sacamos fotos desde fuera, y luego entramos y vimos al gato (león del coliseo) al que intente acariciar, a cambio recibí un mordisco. Después tuvimos que subir por unas escaleras cansinas, ya que eran muy empinadas, pero las sobrevivimos, entonces seguimos dando vueltas y vimos unas vistas impresionantes, por las que valía la pena subir las escaleras. 
   Fuimos a las catacumbas de San Sebastián, del que tenemos que hacer un trabajo Pavle, Xavi, Yo y Alejandro, entonces tuvimos que estar excepcionalmente atentos. Los techos eran bastante bajos, tuve que agachar la cabeza por la mitad del recorrido, pero fue interesante. Alguna gente se asustó porque algunos salían desde esquinas oscuras o sitios por el estilo. Fue una excursión agradable y desagradable a a misma vez, ya que nos lo pasamos bien pero al fin y al cabo estábamos rodeados de tumbas. 

Claudia Sánchez
Hoy nos despertamos pronto para ir a misa, me ha gustado retomar esa costumbre y más en Italia. Luego más tarde quedamos con los demás compañeros y nos fuimos a Villapanflili, un parque precioso con un estanque con patos etc. Les dimos unos barquillos para que comiensen.
Fuimos al Vaticano fue impresionante, lo que más me gusto fue subir a la cúpula andando con sus 500 peldaños, y más subirlo con grandes amigos entre risas.
Con el tiempo de descanso que nos dieron nos quedamos tres amigos y yo a mitad tomando el sol entre risas. Un día perfecto. Además vimos los museos vaticanos y la plaza San Pedro.
[...] Hoy nos fuimos todos los de Roma y Londres a ver las catacumbas. Me gustaron lo que pasa me dio un poco de agobio no por el sitio sino porque éramos demasiadas personas en un sitio pequeño y oscuro. Estuvimos también en unos parques pero no hacia muy buen tiempo.

Alejandro Daga:
A finales de Enero, cerca del Coliseo, estabamos Samuel,Abdel y yo ( Alejandro Daga) hablando sobre lo antiguo que era el Coliseo y lo bien cuidado que estaba; al menos lo que queda de él.
Cuando entramos, vimos unas papeleras un tanto extrañas, porque no tenían la misma forma que las otras papeleras que había por Roma.
Samuel al verlas, exclamó ”¿Por qué cojones las papeleras tienen estas formas?" Y al estar Joana al lado, se quedo un poco cortado después de decirlo.
Finalmente, Joana nos explicó que la forma ovalada de las papeleras se debía a una imitación del Coliseo y todo esto quedo como una anecdota graciosa.

Alessandra Whelan:
La última noche que pasamos en Roma, Sebastian y yo no pudimos salir con el resto de la clase porque nuestros romanos vivían demasiado lejos. Entonces decidimos ir de cena los cuatro a un restaurante para no pasar nuestra última noche en casa. Valeria y Adrianno nos llevaron a Sebastian y a mí a un restaurante muy típico italiano, donde todos pedimos una pizza cada uno.  Al terminar nuestras pizzas, miramos los postres y cada uno pedimos un postre diferente sin saber muy bien lo que nos esperaba.  Sebastian fue el único que pidió el Tiramisú, y cuando los demás postres llegaron y vimos que no nos gustaba mucho le empezamos a comer el Tiramisú de Sebas, ya que era el único que nos gustaba. Pedimos la cuenta, y empezamos a calcular lo que tenía que pagar cada uno. Nos hicimos un poco de lio, y al final, no sé como pero al final le tocó a Sebas pagar más de lo que debía pagar y Adrianno no pagó nada, pero no nos dimos cuenta hasta más tarde.  Aunque no pudimos  pasar nuestra última noche con los demás compañeros, nos lo pasamos bien entre los cuatro.

Marta Atienza: 
Nuestros piernas no podían más, y eso que era nuestro segundo día... El Coliseo, el cual a los italianos les resultaba un indiferente monumento con forma de círculo, el foro romano, algunas iglesias y... escaleras, creo que nuestras piernas lo seguirán notando.
Vivir, soñar, creer, esperar, era en lo que se basaban mis expectativas antes de ir a esta bella ciudad; Roma, donde los sueñas se cumplen, las fantasías se hacen realidad, y la realidad se convierte en fantasía , donde los sapos se convierten en príncipes, es decir una ciudad mágica...
En la cual no sirven las expectativas ya que siempre te sorprenderá y se convertirá en tus sueños... para volver a sorprenderte.

Alejandra Ramírez:
En una noche fría y con dolor de garganta lo peor que se puede hacer es tomar un “gelato” de limón y piña, pero merece completamente la pena, porque en Londres seguro que no se pueden encontrar esas heladerías en las que todos se conocen y te reciben con tanta alegría. En la heladería, a Marina y a mi, a las que seguramente consideraron turistas, nos aconsejaron que no mezcláramos frutas con cremas, cosa que muchos de nosotros antes de ir a Roma, hacíamos.
   Comer pizza italiana bajo un monumento mientras llueve a cántaros no es algo que nos pasa a todos. Ese día fue uno de aquellos días que nunca olvidaremos, porque por muy extraño que suene, fue una delas comidas en Italia que más se nos grabarán en la memoria.


Benjamín Simón:

Yo y Paquito nos levantamos por las diez de la mañana y desayunamos. Después, me prepare para ir al castillo de Sant Angelo. Cuando llegamos, buscamos a los otros que allí estaban. Yo y Sebas dijimos que este sitio nos sonaba a una parte del juego "AC brotherhood". Al final nos encontramos con un tío que vendía juguetes y que no nos dejó en paz, pero al final se fue pitando porque escuchó la sirena del policía. Después jugamos al fútbol y nos fuimos para la casa.

 

 
 

 


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